A veces, cuando voy caminando por la calle, salgo de mis adentros para ver lo que pasa afuera, y me dispongo a ver los seres con los que me cruzo. Usualmente, me llego a encontrar con algunos rostros interesantes, o con cuerpos que me resultan atractivos e incluso con algún perfume agradable entre tanto olor a humo y cañerías. Pero, en ese momento, surge una parte mía (bastante odiosa he de decir) qué compara todo lo nuevo con lo que ya conozco. Pero últimamente, ésta parte mía ya no me parece tan odiosa e incluso me hace sentir muy afortunada. Porque cuando veo todos esos rostros interesantes, al instante se vuelven básicos, porque ninguno tiene tus pestañas o tus cejas. Todos los cuerpos dejan de ser atractivos, porque sé que si hundo mi nariz en ellos no voy a encontrar tu aroma a jabón azul y perfumina de lavandería. Y ¡que fortuna! (!!!!) tener cerca toda tu hermosura, todo tu perfume y tu persona tan interesante. Ojala te quedes mucho tiempo.